Es muy conocida la “mala prensa” que ha ido adquiriendo la leche animal, y más la de vaca durante los últimos años. Casi se ha llegado a hablar de uno de los “venenos” blancos. Habría que recordar que la mayor parte de la población mundial ha tomado leche de vaca a lo largo de su vida y todavía sigue tomando y sigue viva, así pues es injusto demonizar a tan valioso producto. Ahora bien, eso sí no deja de ser un producto industrial y ahí es donde parte de razón tienen sus detractores. La leche en sí no es mala, al contrario, es un alimento excelente, es el proceso de pasteurización que degrada una serie de encimas. El calcio y el fosfato quedan alterados durante la pasteurización y la leche se acidifica y pierde calidad nutritiva. Cuando el cuerpo se acidifica se ve obligado a “robar” el calcio a dientes y huesos.
La leche sin pasteurizar es un alimento de alto valor nutritivo si ninguno de sus componentes causa alergia o intolerancia, y no me refiero a leche bio, orgánica ni ecológica, no tiene sentido pagar 2 veces más por un litro de leche porque lleve alguno de esos distintivos, simplemente leche cruda sin pasteurizar. Lo mismo puedes hacer con el resto de productos lácteos. Fíjate bien en las etiquetas.